Los perdidos

Ali Said

Nunca pensé que llegaría el día; finalmente habíamos encontrado un planeta anfitrión adecuado casi idéntico a la Tierra, pero la hierba era más verde, el agua era cristalina y el sol siempre brillaba.

La vida es maravillosa, pensaba. Tenía todo lo que alguien podría pedir, una casa grande, autos de lujo y mi hermosa novia, Daniela. Viviendo en una isla tropical, nos embarcándonos en aventuras casi todo los días. Hoy, por ejemplo, planeando un viaje a un cenote, uno raramente visitado por otra gente, nuestro propio cenote, me decía.

-Dani, mi amor, son las 7. Tenemos que salir a la carretera, es hora de despertar.

-Porfa, Tony, dame cinco minutos más.

-Vale, empacaré nuestro almuerzo; el desayuno está en la mesa.

-Estaré lista pronto, mi amor.

La observo mientras que ella baja la escalera de mármol y me sorprende, de nuevo, cómo me ha salido la vida. Realmente es hora de establecernos y formar una familia. La abrazo y le susurro al oído.

-¿Qué piensas, mi amor, acerca de tener hijos?

-He estado pensando en eso hace mucho tiempo, pero tenía miedo de mencionarlo.

-¿¡En serio!?

-Sí, porque siento que es hora, especialmente porque el mundo, este mundo es más apto para crecer hijos.

-Me alegro de haberlo mencionado; ¡esto es emocionante!

-¡Dale! vamos, me estabas sacando de la cama.

-Tienes razón, jaja

Salimos y comenzamos nuestro viaje de 2 horas por la costa de la hermosa isla tropical con muy pocos habitantes y una costa como la de las Bahamas. El viaje en automóvil fue tranquilo, pero la anticipación era tan fuerte; las historias que hemos escuchado sobre los cenotes están más allá de nuestros mejores sueños. Con una caminadita por un bosque lleno de vida silvestre y palmeras hasta donde alcanza la vista, nos han dicho que el cenote que nos espera es tan azul y brillante que podríamos confundirlo con una piscina de diamantes. Cuando termina el viaje, llegamos, solo para descubrir que el bosque ha sido despejado. Dani me mira y me pregunta,

-¿Cómo es posible? ¡Casi nadie vive en esta isla!

-Esto es muy extraño, debería haber un bosque próspero aquí, pero no hay nada menos que arena

Pero qué—

-¡No, no, no!

Me di cuenta de lo que estaba pasando, me arrodillé al lado del auto y comencé a llorar; Nunca he sentido más dolor. Dani se queda congelada como si fuera un maniquí, el cielo comienza a desaparecer como una serie de píxeles moribundos en la pantalla de una computadora, y todo a mi alrededor se esfuma. Como esperaba, escucho los dos gemidos de la bocina de salida,

¡Bip! ¡Bip! ¡Bip!

Mientras el asistente saca la sonda orogástrica de mi garganta, me despierto en la cápsula.

-Bienvenido de regreso de su simulación, Sr. Hussain; de acuerdo con nuestra política, nos gustaría recordarle que se requiere un mes de aislamiento para evitar la posibilidad de dañarse a sí mismo o a otros; siga a mi asociado para que mostrarle su espacio de aislamiento temporal.

-Vale, dices, acordándote de pronto.

Me levanto y sigo a mi cuarto de aislamiento. Entiendo por qué puede ser necesario para algunos, pero no lo necesito.

Las simulaciones varían de 1 mes a 5 años. Ofrecen muchas experiencias diferentes; algunos de los más baratos son aterradores, pero es todo lo que algunas personas pueden pagar; nos hemos vuelto tan anestesiados que estamos dispuestos a sentir cualquier cosa, incluso miedo. Cualquier simulación de más de seis meses por lo general te hace olvidar que estás en una simulación, lo que me pasó a mí. La tristeza que sigue a tales simulaciones alegres a menudo conduce a la ideación suicida, por eso es obligatorio el aislamiento. Más de veinte años flotando por el espacio, y estas simulaciones son la única fuente de alegría que nos queda.

-Aquí está su habitación, Sr. Hussain; usa el botón de servicio si necesitas ayuda.

-Gracias. Estaré bien.

La habitación está acolchada de arriba abajo y no tiene nada más que un baño, una cama y una pantalla de entretenimiento; se podría decir que parece una celda de prisión en la Tierra. He estado aquí antes, y los pensamientos que surgen aquí son tan aterradores e inductores de ansiedad que no se los desearía ni a mi peor enemigo. Un pensamiento recurrente que ocupa mi mente durante la mayor parte del tiempo que paso aquí es la idea de no poder diferenciar lo real y lo irreal. ¿Cómo voy a saber si estoy en una simulación en este momento? ¿Cómo sabría si estuviera en coma y todo esto fuera producto de mi imaginación? Estos pensamientos destruyen las ganas de vivir, y por eso volvemos a las simulaciones; sin una fuente real de felicidad, bien podríamos simularla. A veces me pregunto, ¿vale vivir una vida así?

~

Nota de contexto histórico

La peste negra del año 1347, la viruela de 1520, la tercera pandemia de peste de 1855, la gripe española de 1918, el COVID-19 del 2019, el SARS-s2-11 del 2150.

Con más de 500 millones de muertes en el transcurso de 800 años, es fascinante saber que nunca se compararon, ni todas ellas juntas, con la gripe Ouroboros de 2275, la cual afligió a nuestros ancestros, los indígenas de nuestro planeta de origen i.e., la Tierra. Se llamó Ouroboros porque aquella gripe fue catastrófica y literalmente, la muerte y al mismo tiempo renacimiento de la humanidad.

El pánico en se produjo en ese pequeño planeta, cuando surgieron 7 casos en todo el mundo el 18 de enero de 2275; un caso en cada continente, todos descubiertos el mismo día, como si fuera planeado, aunque esta teoría fue refutada por los historiadores en los últimos 100 años. En todo caso, este fue el virus más letal y contagioso en la historia de la humanidad. Contraer el virus era un boleto garantizado a la muerte, con cero casos de supervivencia registrados y un total de 5 mil millones de muertes. Todos los casos implicaban atrofia muscular severa, hemorragia interna, ataque cerebrovascular y falla del sistema nervioso central.

Gracias a los científicos de aquella época, para principios de 2278, la raza humana estaba lista para dejar nuestro planeta cuna tristemente vuelto tumba, y de aventurarse al espacio indefinidamente; un espectáculo extraño de ver, cien naves espaciales del tamaño de ciudades con un millón de personas en cada una, dejando el resto de la humanidad abandonada en la Tierra.

La humanidad ahora se definiría, como sabemos y vemos dibujado en este breve relato de un sobreviviente temprano, como viajante intergaláctica, siempre en busca de un planeta huésped adecuado; siempre cosechando por sus recursos aquellos que no fuesen adecuados.

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