Un paseo a la bodega

Kiefer Hayward

Una noche en la ciudad

Oscura, pero viva

un perro ladra,

una mujer canta,

sales a oler a cigarrillos y gasolina

hora de dar un paseo

la bodega está a pocas cuadras,

pero esos pocas cuadras están llenas de muchas vidas

Pilas de apartamentos, cada uno con su propia historia

el amor, la tristeza y la alegría, todo dentro de unas pocas torres de cemento y vidrio

quien sabe cuántas personas te cruzas en estos bloques

pero no te importa de todos modos

en una ciudad de tanta gente, uno no puede preocuparse por cada persona apilada encima de otras

has dejado tu casa por tus propias necesidades

vas a la bodega

hay una en cada cuadra de la ciudad de Nueva York, pero ninguna es igual

pero en todo caso, si lo necesitas, la bodega lo tendrá.

dulces para los niños,

vino para los borrachos,

y mucho más si sabes a quién preguntar

ves a una mujer comprando leche para su café matutino,

y un hombre comprando su alcohol para la noche

mientras recorres los pasillos, encontrando lo que necesitas antes del largo camino a casa

pagas por tus cosas,

y la puerta suena cuando te vas

tal como lo había hecho cuando llegaste

de vuelta a la fría y oscura calle

y pasando al costado de las mismas almas

los mismos olores

y los mismos sonidos,

y de vuelta a tu caja.

Apilado debajo y entre el resto

Puerta cerrada

y el día hecho.

 

El Metro

Pasas por encima de la reja

y una brisa cálida sube por tu cuerpo

un olor que toda persona en Nueva York conoce

el tren ha llegado

 

el mar de gente corriendo hacia la plataforma

llendo a trabajar

a la escuela

a casa

a donde sea

 

el suave sonido de las puertas cerrándose

el sonido de un músico en la estación

el fuerte estruendo del tren que viene

y va llendo

 

girando y girando

deslizándose como una serpiente

a través de los túneles debajo de la ciudad

 

las puertas se abren y se cierran

abriéndose y cerrando

gente nueva para ver

en cada parada

 

y finalmente te toca

te levantas

y te vas

lejos de donde iniciaste

Previous
Previous

Si yo soy el poeta…

Next
Next

¿Te acuerdas?