El viaje
Luis Miguel Herrera Bejines
Un pájaro se la lleva, y no la culpo, se va a donde sus primeros sueños empezaron, ahí donde la nieve se derrite con los pasos de miles de personas, y el sol se cubre por los erguidos edificios. Ya tiene fecha, ya tiene día, y yo no puedo hacer nada, y ella no quiere que haga nada tampoco. Está afinando su lengua, se le amelló entre el otro idioma aprendido y el suyo, interpolado, entre su natal y su inquilino, entre el entenado que puso ya residencia y apunto está de hacerse ciudadano en su fonética y su sintaxis y el idioma de ella, con el que nació, que ninguno se destierra, vivirán, morirán juntos, con ella… para siempre. Yo quería darle un tercero, y obtener el inquilino, como ganancia, solo aprendí unos plagios que vergonzosamente salen a la luz cada que sus paisanos se cruzan en mis múltiples caminos, y los he repetido tantas veces que algunas otras veces pretendo que se más de lo que nunca he aprendido. Tú crees que te vas sola en ti, pero orgullosamente te voy a decir que me llevas contigo, y que mis besos son tatuajes internos que son difíciles de borrar, ni aun la quimioterapia es capaz de eliminarlos. Un país espera tu llegada, y con todo el país, una familia que a manos llenas abraza tu arribo, y mientras ellos felices te sienten allá, yo acá te tengo, creo que, en fotos, y si no en fotos, tu imagen la he multiplicado en varios millones, y las estaré gastando según me dé la gana y la necesidad. Mi acuarela de Dalí, mi verano de Paris, mi dos mil ocho, mi dos mil dieciseis, mi café de mañana, mi whisky de hoy por la noche, mi noche triste, mi luna llena, mi abril de flores, mi llano en llamas, mi junio cinco, mi domingo lejos de casa, mi miel de abeja, mi cielo estepario, mi silueta desnuda, mi par de pechos de azúcar, mi te vas y quién sabe si regresas. Un ave fénix te llevará en su gran vientre, y yo lo voy a dirigir desde el cielo, como el sol dirige al sistema solar.